La ciudad de Buenos Aires, en 1870, no era la gran metropolis que es hoy en dia. En aquel entonces, todavia era una gran aldea, simplemen...
La ciudad de Buenos Aires, en 1870, no era la gran metropolis que es hoy en dia. En aquel entonces, todavia era una gran aldea, simplemente. En ella convivian el Gobierno Nacional, el de la Provincia de Buenos Aires y el municipal. El censo del año 1869 habia registrado en la ciudad de Buenos Aires un total de 187.000 habitantes, censados. Por cada libreria habian 100 billares en la ciudad y habian menos de 25.000 viviendas urbanas todavia. El acelerado ritmo inmigratorio que soportaba la ciudad hacia que comenzase el hacinamiento de los inmigrantes en los barrios del sur de la ciudad construyendo sus propias casas de cartón, chapa o paja dejando la higiene urbana con mucho que desear.
A principios del año siguiente, comienzan a llegar a la ciudad los primeros veteranos de la Guerra del Paraguay. El 27 de Enero se detectan 3 casos de fiebre amarilla en la ciudad de Buenos Aires. A partir de entonces, se detectan un promedio de unos 10 enfermos por fiebre amarilla diarios en la ciudad y saltan las alarmas. Las autoridades de entonces, intentaron desoir a quienes advertian del brote epidémico y seguian en sus planes con los preparativos de los festejos del carnaval oficial de la ciudad. Al termino de estos carnavales, ya en el mes de Marzo, se registra en la ciudad una media de 40 muertes diarias, todas por fiebre amarilla. El panico en la población de la ciudad y en las autoridades pertinentes también, sucede a la despreocupación de un mes atrás. Los conventillos y las iglesias de la ciudad están desbordados atendiendo a victimas de esta fiebre y los hospitales también. La fiebre afectaba tanto a inmigrantes que vivian en el sur de la ciudad en conventillos y casas de madera como a las casas de las familias de la clase mas alta que se ubicaban al norte de la ciudad.
Ante tanto panico, epidemia y muertes, muchisima gente decidió abandonar la ciudad. Algunos diarios de aquel entonces anunciaban que en el mes de Marzo habia una media de hasta 100 muertes diariamente por fiebre amarilla. Cada 10 dias morian 1000 ciudadanos por motivo de esta enfermedad. Era una catastrofe en toda regla, el terror reinaba en la ciudad. Buenos Aires se habia enfermado.
Con los hospitales, que por entonces separaban a las victimas por sexos, colmaban su capacidad y hasta la doblegaban. Los medicos y enfermeros que trabajan muy duro mas los voluntarios que se ofrecian a ayudar a las victimas no daban a basto con los enfermos. Con una ciudad infectada por una fiebre amarilla que le quitaba la vida a unas 100 personas por dia, posteriormente, se decidió crear la comisión popular de la lucha contra la fiebre amarilla, para intentar mejorar la gravedad de la situación.
Un mes después de haber sido creada está comisión, en Abril, morian 400 enfermos por dia. Las autoridades de la ciudad pidieron cerrar y clausurar todos los conventillos e iglesias y está comisión pedia que incendiaran todos los lugares donde habian habido enfermos para terminar con la epidemia. El cementerio sur de la ciudad, que es en la actualidad el parque Florentino Ameghino, donde está ubicado este monumento, estaba colmado de enfermos y cadaveres de victimas de la fiebre. La municipalidad de Buenos Aires compra siete hectareas en el barrio de Chacarita para crear un nuevo cementerio debido a la velocidad que la fiebre se estaba llevando por delante a la población. El problema era la distancia que habia en aquel entonces para ir desde el barrio de Parque Patricios donde estaba ubicado el cementerio sur hasta el nuevo cementerio de la Chacarita. Entonces el Ferrocarril Oeste creó una linea de emergencia, que tenia la cabecera en la Avenida Corrientes y Avenida Pueyrredón, para inaugurar el "tren de la muerte", ya que esta linea de trén, hacia dos viajes al dia unicamente en el sentido de ida, desde Corrientes y Pueyrredón hasta el cementerio de la Chacarita para llevar exclusivamente a difuntos de fiebre amarilla. Asà nació el gran cementerio de Chacarita, que tenemos hoy en la ciudad.
Jorge Luis Borges, lo recordó con estas palabras:
Porque la entraña del Cementerio del Sur
porque los conventillos hondos del sur
mandaron muerte sobre la cara de Buenos Aires
en la punta perdida del oeste, detrás de las tormentas de tierra
Y mientrás la ciudad digeria las centenas de cadaveres que dejaba esta fiebre, a la vez, gestaba lo que seria hoy en dia, una de las musicas mas populares en todo el mundo, el tango. En fÃn, que la fiebre amarilla, se llevó al otro mundo al 8% de la totalidad de los porteños de entonces, que es una barbaridad, sobretodo en el año 1871, que fue el año con mas victimas por esta razón. Aproximadamente 14000 ciudadanos. La aparición de esta enfermedad fue causada principalmente por los barcos que llegaban al puerto de Buenos Aires con veteranos de guerra desde Brasil y Paraguay. Y las causas por las que no se pudo terminar antes con la fiebre amarilla fue por la falta de agua potable en la ciudad, la contaminación del agua existente por desechos humanos, el calido clima y la humedad del verano, y los riachos que habian en la ciudad colmados de mosquitos que propagaban esta enfermedad.
Los fallecimientos de 1871 hicieron tomar consciencia a las autoridades de la ciudad y crearon con urgencia una red de distribución de aguas para la ciudad, fuentes de agua potable, cloacas y desagües y mejoraron las condiciones de higiene y sanidad en la ciudad notablemente. Por aquel entonces, ni los propios medicos sabian que causaba esta enfermedad y gracias al frio del invierno, empezaron a descender los numeros por fallecimiento a causa de esta enfermedad. Mientras los meses pasaban y el frio se adueñaba de la ciudad, los fallecimientos eran cada vez menos y hasta cerró la comisión ya que en pleno invierno, en Junio, habia dias que ya ni se registraba ningún caso en la ciudad de fiebre amarilla.
El monumento a los caidos por esta enfermedad, fue ergido en 1973, dos años después en homenaje a ellas, las victimas de la fiebre amarilla. La estatua fué construida exactamente donde estaban las oficinas de administración del antiguo cementerio sur de la ciudad. Cuenta la leyenda que si uno, por la mañana, muy muy temprano, cuando recién está saliendo el sol, se para frente al monumento en el parque y logra hacer un silencio notable, puede llegar a escuchar los llantos y las lamentaciones de quienes aun, se encuentran enterrados bajo ese parque.
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